Ahora que todo en la ciudad está
mal o parece estarlo – pues nos
tocó la época de las vacas flacas en innumerables aspectos, espirituales y
materiales – existe, bueno en realidad siempre existió, una alternativa
simple que nos puede llenar de
tranquilidad por un instante y mostrarnos a la vez lo insignificante que somos
ante la inmensidad de la creación; no me crees ?... pruébalo tú mismo, mira
hacia el cielo por un momento y dime sino es verdad.
La posibilidad de mirar hacia el
cielo debería ser un parámetro a respetar y tener presente en todos los
momentos en los que proyectamos
arquitectura, pero mirar hacia el cielo directamente no a través de ventanas
o ductos, sino mediante la propuesta de espacios interiores abiertos, y proporcionados que nos permita tener esa vinculación
extraordinaria entre el cielo y la tierra.
Está en tus manos la decisión, regálales
a tus clientes la posibilidad de un momento de tranquilidad, la posibilidad de
mirar al cielo cuando se conviertan en los usuarios de la arquitectura que
proyectas; ten en cuenta que lo que es bello no es caro, sea cual sea el precio.